Cada mañana despierta
un nuevo día, sin importar
lo poblada o desierta
que quedó ayer tu alma.
Amanece de nuevo
sin hacer punto y aparte,
sin que el perdón o el consuelo
vengan a buscarme.
Sale el sol impertérrito
sin modificar un ápice,
el arco ayer ya descrito
de levante a poniente.
Amanece de nuevo
sin que por ello se borren,
los pecados que el tiempo
no podrá perdonarme.
El nuevo día traerá,
nuevos vientos y tormentas
que, más tarde que pronto, amainarán.
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