dispuesto a lidiar la fiera más bella,
ejemplar de origen, casta y raza.
A puerta gayola plante mis rodillas,
saludando a mi hembra de frente,
mientra entre dientes soltaba alguna risilla.
Dos verónicas ajustadas a su cintura,
atemperaban la sacudidas de su embiste,
y con las chicuelinas me hice con su bravura...
Un solo puyazo de castigo en varas,
para saciar su energía y menguar la fuerza,
y así ocultar en la muleta mis taras.
Por naturales recibí los derrotes
de unas caderas divinas,
con la cara altiva y arrogante.
Como remate a cada tanda un pase,
por esos pechos bisoños y angelicales,
un pase de pecho con clase...
Y que mejor premio a su bravura
que un indulto solicitado por la afición,
y por este torero que nunca estuvo a la altura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario