Mis manos hacían que volases,
que te fundieses con el viento,
desplegando tu risa y tus alas
recogiendo todos tus miedos.
Mis palabras eran sabias,
resolvían todas tus dudas,
viajabas con mis historias
espantaban tus brujas.
Los latidos de mi corazón
acunaban tus sueños,
allá donde no llega la razón
donde el miedo no tiene dueño.
Hasta el dolor más agudo
mitigaban mis besos,
de cada lagrimón menudo
sacamos cientos de juegos.
Pero como todo héroe real
de esos que no llevan capa ni vuelan
tengo fecha de caducidad
y cada día está más cerca.
Pronto no podré hacer que vueles,
y serás tu quien me enseñe cosas,
tu corazón será quien me temple,
y mis duelos será tu losa.
Discúlpame si puedes
por haberte engañado tanto,
fui todo lo que tú eres,
ni héroe ni santo....
ni héroe ni santo....
1 comentario:
Que sorpresa, Felipe! Muy bueno. Un abrazo.
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