Cierro los ojos y me invade
la soledad amiga, que sigilosa
espera sin que me agrade
sentir su calma tormentosa.
Ella rodea mis entrañas
son largas y poderosas
las redes de esta telaraña,
las que atrapan sigilosas,
las ganas de vivir de mi alma.
Cierro los ojos y la espero,
pues sin quererlo la necesito,
y así jugar en mi tablero,
a un juego de amor inaudito.
La necesidad que de ella tengo
me ataca con nocturnidad y alevosía
abusa de su rancio abolengo,
para competir con la compañía.
Abro los ojos y me doy cuenta
que su amistad no es verdadera,
que necesita a quien atormenta,
por que si de ella dependiera.