lunes, 2 de junio de 2008

caricas

Ayer estaba espectacular,
guapa, atractiva, radiante...
sabéis que no suelo exagerar
estaba impresionante.
Sus ojos tenían más brillo
si cabe que cuando la conocí,
sus labios suaves, sencillos,
en divina creación creí.
Su pelo en coleta recogido
dejaba entrever una nuca,
un cuello que hubiera mordido
de haber estado en otro lugar.
Ella se sentó entre mis piernas
dejándolo a la altura de mis manos,
manos vivas, despiertas
que su cuello acariciaron.
Una sonrisa apareció en su cara,
sus ojos se cerraron
y acerco a mi su espalda,
mis manos temblaron.
Sus hombros masajearon
mis nerviosos dedos,
La base de su cuello rozaron
y entre ellos sintieron celos,
Que si el pulgar tocaba demasiado
que si el índice donde no hacía
falta a lo masajeado,
y el meñique muerto de envidia.
Desde su cuello a la barbilla
resbalaban suaves las yemas,
de unos dedos con cremilla,
de mis manos ciegas.
Inclinó la cabeza hacia atrás
dejándome ver su rostro relajado,
y me dijo, ¿porque no me besas?,
y que lo deseaba... Encantado.
Fue solo un beso, y continué
dibujando el contorno de su cara,
aventurando lo que sería recordando lo que fue,
mientras se dormía, la acariciaba...
 

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