domingo, 5 de noviembre de 2006

Ira

Ojos ensangrentados,
mirando al cielo.
Los puños apretados
buscan consuelo.
El eco en mi cabeza,
repite palabras
que con certeza,
el marido de la cabra,
ideo en su mente
retorcida y culposa,
y saco tranquilamente
una duda contagiosa.

Corazon sincero,
sigue galopando,
acelerado y puñetero
mientras sigo sudando.
Sudor frio y chibvato
por no decir delator,
de este insensato
que castiga el amor.
Las camisas que tengo
ninguna es de once varas,
de nadie me vengo
si saco mis espadas.

Las piernas tiemblan
al pensar en el frente,
las batallas las contemplan
el capitan y el teniente.
Algunas veces la lío,
sin aguantar el tirón
por que siempre me fio,
esa es mi religión.
No alterarme jamas
es mi gran meta,
si tienes a quien amas
declarate el profeta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gasteiz

Cada rincón un recuerdo Qué me gustaría contarte, A cada paso una pieza Del puzzle que quiero mostrarte. Ojalá estuvieras aquí Ojalá pu...