martes, 29 de abril de 2008

In Memorian

Y esa misma noche se lo llevaron,
a "declarar" decían sus custodios.
Y la noche se llenó de miedos,
y los miedos se convirtieron en odios.
Era un buen hombre, un poco rojo,
Ese era todo su delito, señorías.
Aquella noche oscura a su antojo
se cobraron las sucias envidias.
Miguel era labrador y padre
a cuatro hijos daba de comer,
Con ayuda de Lola, mujer y madre,
estaba tranquilo no tenia que temer.

¡Por aquí no se va al cuartelillo!
Le dijo al Civil que le acompañaba,
¡Callaté o te doy matarile listillo!
Y el alma a la garganta se anudaba.
Cogieron camino de Zaragoza,
donde entrarían a formar parte
del ejercito del General Mola,
si no querían encontrar muerte.
Al llegar allí, lo metieron en un barracón,
donde por suerte o desgracia
compañía no fue lo que le falto;
estaba Eugenio el hijo de la Engracia,
Amigo de juegos desde niños
si el cielo existía en ese momento,
se le abrió delante de los ojos,
no estaba solo, no estaba muerto.

Pero fue solo una ilusión
la que paso aquella noche,
con el alba al paredón,
los cargaron en un coche
y los acusaron de traición.
Así murió Miguel como tantos,
pensando en lo que dejaba en Sartaguda,
una mujer desecha en llantos,
desgracia para hijos y viuda.

El sábado décimo de Mayo
se inaugura en Sartaguda
Aun con el paso de tanto año
conocido "el pueblo de las viudas",
Un merecido monumento
A todos los que murieron
sin portar un arma,
más de un ciento,
el mío a todos los que sufrieron.

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